En literatura, existen diferentes tipos de narrador: el narrador protagonista o narrador en primera persona, el narrador en segunda persona, el narrador-observador y el narrador omnisciente. En el caso del narrador omnisciente, podemos afirmar que se trata de un tipo de narrador que conoce absolutamente todo lo que sucede en la trama, tanto acciones como pensamientos y motivaciones de los personajes. Te contamos más sobre las características del narrador omnisciente y te damos algunos ejemplos, a continuación.
Características del narrador omnisciente
Decimos que un texto está redactado desde el punto de vista de un narrador omnisciente cuando el narrador conoce al detalle todo lo que ocurre en la historia (los personajes, las acciones, etc.) y sabe lo que sucederá a lo largo de la trama. Tiene el "poder" de anticiparse a los acontecimientos, de juzgar, de suponer y de relevar cómo se sienten o cómo van a actuar los personajes en cada una de las situaciones que describe. Veamos a continuación otras de las características del narrador omnisciente más destacadas:
- Emplea la tercera persona para narrar los hechos
- Conoce el pasado de los personajes y los lugares
- Cuenta los recuerdos, los pensamientos, los sentimientos, las intenciones y las emociones de los personajes al detalle
- Anticipa lo que ocurrirá en el futuro, en algunas ocasiones
- Desarrolla las acciones de las personas y de los hechos que acontecen alrededor de ellos
- No participa en la historia ni tiene relación con los personajes
3 ejemplos cortos de un narrador omnisciente
Cada uno de los tipos de narrador que existen en literatura adopta un punto de vista determinado para contar los hechos y las acciones de los personajes. Si el narrador toma una perspectiva omnisciente, conocerá al detalle todo cuanto piensan o sienten los personajes y la forma en que se desarrollan los acontecimientos. Aquí tienes unos ejemplos breves de textos con narrador omnisciente para que puedas entender mejor la perspectiva de este tipo de narrador:
- En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas con sus pantuflos de lo mismo, los días de entre semana se honraba con su vellori de lo más fino. [...] - Don Quijote de La Mancha (Miguel de Cervantes Saavedra)
- Pippin miró fuera amparado en la capa de Gandalf. No sabía si estaba despierto o si dormía, dentro aún de ese sueño vertiginoso que lo había arrebujado desde el comienzo de la larga cabalgata. [...] - El Señor de los Anillos (J.R.R. Tolkien)
- Érase una vez una pequeña y dulce coquetuela a la que todo el mundo quería con sólo verla una vez; pero quien más la quería era su abuela, que ya no sabía ni qué regalarle [...] - Caperucita Roja (Hermanos Grimm)