Resumen de El cuervo

Isis Cervera

En el mundo de la literatura gótica y el misterio, el nombre de Edgar Allan Poe brilla con una intensidad única. Sus relatos y poemas han cautivado a lectores de todo el mundo, y uno de sus trabajos más emblemáticos es el poema "El Cuervo".

En este artículo, exploraremos un resumen detallado de esta obra maestra de Poe, sumergiéndonos en su atmósfera oscura y misteriosa, mientras descubrimos los secretos que acechan detrás de sus versos cautivadores. Acompáñanos en este viaje literario y descubre por qué "El Cuervo" se ha convertido en un clásico inmortal de la literatura. ¡Bienvenidos a nuestra sección de resúmenes de libros!

Sinopsis de El Cuervo

"El Cuervo" es un famoso poema escrito por Edgar Allan Poe, publicado por primera vez en 1845. El poema narra la historia de un hombre afligido por la pérdida de su amada Leonora, quien ha fallecido. En la oscuridad de su habitación, el protagonista se encuentra sumidoResumen El cuervo en la tristeza y la desesperación.

Mientras lucha contra su angustia, el hombre escucha un golpeteo en su puerta, lo cual le llena de temor. Al abrir, descubre que no hay nada más que oscuridad y silencio. Sin embargo, el misterioso golpeteo persiste, y finalmente se revela como un cuervo negro que entra en su cuarto y se posa sobre un busto de Palas Atenea.

El protagonista, intrigado y perturbado por la presencia del cuervo, comienza a hacerle preguntas, esperando respuestas que alivien su dolor. Sin embargo, el cuervo solo responde con un repetitivo "Nunca más". Esto sumerge al hombre en un estado de locura y obsesión, mientras el cuervo parece burlarse de su sufrimiento.

A medida que el poema avanza, el protagonista se hunde cada vez más en la desesperación, buscando respuestas en la figura del cuervo. Finalmente, acepta que nunca se librará del dolor de la pérdida y que la presencia del cuervo será constante en su vida.

"El Cuervo" es un poema que explora temas como la muerte, el dolor, la pérdida y la angustia emocional. La figura del cuervo se convierte en un símbolo de la inevitabilidad y la persistencia del sufrimiento humano. Con su estilo oscuro y melancólico, Edgar Allan Poe logra crear una atmósfera inquietante y perturbadora que ha fascinado a los lectores a lo largo de los años.

¿Quién escribió El cuervo?

Edgar Allan Poe fue un reconocido escritor, poeta y crítico literario estadounidense nacido el 19 de enero de 1809 en Boston, Massachusetts. Es considerado uno de los maestros del género gótico y del relato de terror, dejando un legado literario inmenso que ha perdurado a lo largo del tiempo.

La vida de Poe estuvo marcada por la tragedia y la oscuridad. Desde joven, enfrentó diversas adversidades, incluyendo la muerte temprana de su madre y la posterior ausencia de su padre adoptivo. A lo largo de su carrera, Poe luchó contra la pobreza, la enfermedad y el alcoholismo, lo cual influyó profundamente en su escritura.

La obra de Poe se caracteriza por su estilo macabro, melancólico y lleno de suspense. Sus historias exploran temas como la muerte, la locura, la obsesión y el terror psicológico. Sus relatos, como "El gato negro", "La caída de la Casa Usher" y "El corazón delator", han dejado una huella duradera en la literatura de horror y misterio.

Además de su narrativa, Poe también fue un consumado poeta. Sus poemas, como "El cuervo" y "Annabel Lee", reflejan su habilidad para crear atmósferas oscuras y evocadoras, explorando los rincones más sombríos de la mente humana.

Poe también se destacó como crítico literario, siendo conocido por sus reseñas y ensayos, en los que defendía un enfoque riguroso y analítico de la escritura. Sus críticas a menudo eran contundentes y provocadoras, y ejercieron una influencia significativa en la literatura de la época.

A pesar de las dificultades que enfrentó en vida, Edgar Allan Poe ha dejado una huella indeleble en el mundo de la literatura. Su legado ha inspirado a numerosos escritores y ha influido en el desarrollo de géneros literarios como el terror, el misterio y el relato corto. Su estilo único y su capacidad para crear atmósferas inquietantes han asegurado su lugar como uno de los grandes maestros de la literatura universal.

Personajes de El Cuervo

En el poema "El Cuervo" de Edgar Allan Poe, se presenta un único personaje principal:

  1. El narrador: Es un hombre afligido por la pérdida de su amada Leonora. Se encuentra sumido en la tristeza y la desesperación, y busca respuestas en el cuervo negro que llega a su puerta. A medida que el poema avanza, el narrador se sumerge en un estado de obsesión y locura, enfrentando la presencia constante del cuervo y su insistente respuesta de "Nunca más".

El personaje del cuervo, aunque no es humano, adquiere una importancia significativa en la historia. Su presencia misteriosa y enigmática desencadena la angustia y la intriga del narrador, y se convierte en un símbolo de la inevitabilidad del sufrimiento humano.

En "El Cuervo", Poe se centra principalmente en el desarrollo del estado emocional y psicológico del narrador, profundizando en su desesperación y su lucha contra la pérdida. A través de la interacción entre el narrador y el cuervo, se explora la obsesión, la locura y la inevitabilidad del sufrimiento en el ser humano.

¿Por qué El Cuervo es tan importante?

"El Cuervo" de Edgar Allan Poe es considerado un poema de gran importancia por varias razones:

  1. Innovación literaria: Poe revolucionó la poesía con "El Cuervo", introduciendo un estilo poético único y oscuro. Rompió con las convenciones poéticas de la época al combinar elementos del romanticismo, el gótico y el simbolismo. Su uso del ritmo, la métrica y la repetición contribuyó a crear una atmósfera intensa y evocadora.
  2. Exploración de la psicología humana: El poema se adentra en la mente del narrador, revelando sus pensamientos, emociones y obsesiones. A través de la figura del cuervo y su respuesta constante de "Nunca más", Poe examina temas universales como la angustia, la pérdida, la obsesión y la mortalidad. El poema se convierte así en una exploración profunda de la psicología humana y sus luchas internas.
  3. Simbolismo y ambigüedad: "El Cuervo" está lleno de simbolismo y ambigüedad, lo que permite múltiples interpretaciones. El cuervo negro, por ejemplo, puede representar la muerte, la tristeza, la soledad o incluso la conciencia culpable del narrador. Esta riqueza simbólica y la ambigüedad de significado han capturado la atención de los críticos y lectores a lo largo del tiempo.
  4. Influencia en la literatura y la cultura popular: El impacto de "El Cuervo" en la literatura y la cultura popular es innegable. Ha sido fuente de inspiración para escritores, músicos, cineastas y artistas de todo el mundo. Sus temas y estilo poético han dejado una huella duradera en la literatura de terror y en la cultura popular, convirtiéndolo en un clásico indiscutible.

En resumen, "El Cuervo" es importante porque representa la genialidad literaria de Edgar Allan Poe, su capacidad para explorar la psicología humana y crear atmósferas inquietantes, así como su influencia duradera en la literatura y la cultura. Es un poema que sigue fascinando y desconcertando a los lectores, manteniendo su relevancia y trascendencia a lo largo del tiempo.

El cuervo, de Edgar Allan Poe

Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
oyóse de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.
“Es —dije musitando— un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más.”

¡Ah! aquel lúcido recuerdo
de un gélido diciembre;
espectros de brasas moribundas
reflejadas en el suelo;
angustia del deseo del nuevo día;
en vano encareciendo a mis libros
dieran tregua a mi dolor.
Dolor por la pérdida de Leonora, la única,
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.
Aquí ya sin nombre, para siempre.

Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
llenábame de fantásticos terrores
jamás antes sentidos.  Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
“Es un visitante a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar. Algún visitante
que a deshora a mi cuarto quiere entrar.
Eso es todo, y nada más.”

Ahora, mi ánimo cobraba bríos,
y ya sin titubeos:
“Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdón
imploro,
mas el caso es que, adormilado
cuando vinisteis a tocar quedamente,
tan quedo vinisteis a llamar,
a llamar a la puerta de mi cuarto,
que apenas pude creer que os oía.”
Y entonces abrí de par en par la puerta:
Oscuridad, y nada más.

Escrutando hondo en aquella negrura
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”
Apenas esto fue, y nada más.

Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
toda mi alma abrasándose dentro de mí,
no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
“Ciertamente —me dije—, ciertamente
algo sucede en la reja de mi ventana.
Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
y así penetrar pueda en el misterio.
Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
y así penetrar pueda en el misterio.”
¡Es el viento, y nada más!

De un golpe abrí la puerta,
y con suave batir de alas, entró
un majestuoso cuervo
de los santos días idos.
Sin asomos de reverencia,
ni un instante quedo;
y con aires de gran señor o de gran dama
fue a posarse en el busto de Palas,
sobre el dintel de mi puerta.
Posado, inmóvil, y nada más.


Entonces, este pájaro de ébano
cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
con el grave y severo decoro
del aspecto de que se revestía.
“Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—,
no serás un cobarde,
hórrido cuervo vetusto y amenazador.
Evadido de la ribera nocturna.
¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
pudiera hablar tan claramente;
aunque poco significaba su respuesta.
Poco pertinente era. Pues no podemos
sino concordar en que ningún ser humano
ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
posado sobre el dintel de su puerta,
pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
de Palas en el dintel de su puerta
con semejante nombre: “Nunca más.”

Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.
las palabras pronunció, como virtiendo
su alma sólo en esas palabras.
Nada más dijo entonces;
no movió ni una pluma.
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
“Otros amigos se han ido antes;
mañana él también me dejará,
como me abandonaron mis esperanzas.”
Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”

Sobrecogido al romper el silencio
tan idóneas palabras,
“sin duda —pensé—, sin duda lo que dice
es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
de un amo infortunado a quien desastre impío
persiguió, acosó sin dar tregua
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
hasta que las endechas de su esperanza
llevaron sólo esa carga melancólica
de ‘Nunca, nunca más’.”

Mas el Cuervo arrancó todavía
de mis tristes fantasías una sonrisa;
acerqué un mullido asiento
frente al pájaro, el busto y la puerta;
y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
empecé a enlazar una fantasía con otra,
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
lo que este torvo, desgarbado, hórrido,
flaco y ominoso pájaro de antaño
quería decir granzando: “Nunca más.”

En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,
frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,
quemaban hasta el fondo de mi pecho.
Esto y más, sentado, adivinaba,
con la cabeza reclinada
en el aterciopelado forro del cojín
acariciado por la luz de la lámpara;
en el forro de terciopelo violeta
acariciado por la luz de la lámpara
¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!

Entonces me pareció que el aire
se tornaba más denso, perfumado
por invisible incensario mecido por serafines
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
“¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
¡Apura, oh, apura este dulce nepente
y olvida a tu ausente Leonora!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta!” —exclamé—, ¡cosa diabolica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
enviado por el Tentador, o arrojado
por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
a esta desértica tierra encantada,
a este hogar hechizado por el horror!
Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime, dime, te imploro!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
ese Dios que adoramos tú y yo,
dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
tendrá en sus brazos a una santa doncella
llamada por los ángeles Leonora,
tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
llamada por los ángeles Leonora!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Sea esa palabra nuestra señal de partida
pájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso.
¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira
que profirió tu espíritu!
Deja mi soledad intacta.
Abandona el busto del dintel de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón
y tu figura del dintel de mi puerta.
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
Aún sigue posado, aún sigue posado
en el pálido busto de Palas.
en el dintel de la puerta de mi cuarto.
Y sus ojos tienen la apariencia
de los de un demonio que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más!

 

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